|
En el mundo del ingeniero mecánico indio, Osama Kahn, los matrimonios son entre familias. Desde la infancia su futuro conyugal está comprometido. Las bodas de hijos e hijas se componen entre padres. Lo acuerdan en diálogos simples, «mi hija se casa con tu hijo».
Desde su entrada en Bogotá, Osama cuyo nombre en idioma árabe significa león o líder, se entregó a trabajar como instructor y a enseñar inglés a niños en la localidad Kennedy.
En 2014 arribó a Colombia por intercambio binacional iniciado por la Alcaldía Mayor de Bogotá. Fué seleccionado a este viaje como estudiante sobresaliente de ingeniería mecánica en Mewar University, en Rajasthan.
Tras doce horas de vuelo de Nueva Dehli a Bogotá estableció una marca en su familia. Fue el primero en salir de su país. El musulmám hizo súplicas a Allah para que lo acompañara en el viaje a un continente desconocido y a un país del que no había escuchado mayor cosa.
En Sihja, la ciudad natal, el matrimonio se propone a primera vista. El enamorado va a casa de su pretendida, habla con la familia, y en una reunión respetuosa dice: «Me quiero casar con su hija. ¿Me dan permiso?».. Si la joven no está comprometida cuenta con el respaldo para hacer los arreglos de la dote y convenir detalles ceremoniales de la boda.
Cuando Osama terminó su relación laboral con la administración capitalina, vivía en una casa en la localidad de Kennedy en la que fue recibido por una familia colombiana que confió en él, que creyó en sus cinco oraciones que empezaban desde antes de esclarecer el dia.
El musulmán fijó su atención en Jeimy Alejandra, hija de los dueños de casa, una colombiana que trabajaba en un restaurante árabe y que estaba familiarizada con el Islam. A los cuatro meses de alojarse allí, sin tener más recurso que el beneplácito de sus padres desde India para que se casara. Sin contar con una rupia en su bolsillo, habló con los padres de Jeimy. Esperaba que lo autorizaran a casarse con su ella.
Ofreció como dote la suma, en pesos colombianos, de $250000. Siguió en manera estricta, la costumbre de la cultura islámica en India. Empeñó su palabra en que los pagaría en cómodos abonos. La propuesta tomó cuerpo, hasta que Jeimy Alejandra sin tanto rodeo escuchó decir de boca de su padre, «Mija verá, Osama es un muchacho honrado, y si está de acuerdo, pueden vivir en el tercer piso mientras él consigue trabajo».
A los montes de India...
Luego de seis meses de conocerse se casaron. Jeimy Alejandra en adelante se llamaría Aminah. Optaría por el apellido de su esposo: Kahn. Las reglas de la unión fueron claras, ella estaría en casa cuidando del hogar y de los hijos que vinieran. La mezquita Kourtuby en Bogotá, albergó la celebración del desposorio. Una ceremonia poblada de té, dátiles, maní, uvas pasas y telas brillantes.
Es usual en India que las mujeres indias pongan el día de la boda anillos en los dedos de los pies.
Aminah dice que estar el hogar los hace felices y que es una manera de asegurar la estabilidad y de cuidar la educación de los niños.
«En India, un divorcio hace la vida de la mujer muy difícil. Aquella que se divorcia es marginada, tiene una especie de castigo social - dice Aminah - por eso es que muchas mujeres prefieren la violencia intrafamiliar antes que separarse». Cabe indicar que la tasa de divorcios en India es del 1%, una de las más bajas del mundo.
Osama cocina en casa, ayuda en los oficios y atiende un frente de trabajo como programador en sistemas. Hace las invocaciones, lleva a su hijo colombiano al colegio.
Aminah dice de su marido que es un buen hombre;«Aunque, eso sí, es bien terco. Cuando algo se le mete en la cabeza, nadie lo saca de ahí. Cuando me pongo de mal genio, porque soy de mal genio, Osama no impacienta, sonríe, va a la calle sin decir nada. Luego vuelve, sin hablar del incidente».
Con los ahorros, los enamorados fueron a India. El orgulloso marido presentaría a la consorte y la situaría entre sus allegados. Allá, la esposa conoció la generosidad musulmana, la honradez y la tranquilidad de caminar por las ciudades en donde no asaltan a los peatones. Vivieron durante un año en India.
Postales de India y de sus aguas...
Ascendieron a cumbres montañosas en caballo, pasearon la soledad del Himalaya. Ella se dedicó a ayudar a su suegra en una obra de caridad. La mujer mayor con el dinero de su pensión prepara doscientos almuerzos que reparte entre los pobres de su región. La colombiana puso todo para apoyarle. Hacía los menesteres, alistaba el fuego, alistaba los condimentos. Con su dedicación logró la aceptación en el clan familiar. El nombre de la suegra benefactora, en acato con las leyes musulmanas no se puede publicar.
«Aprendí el idioma en tres meses oyendo, mirando y preguntando», dice Aminah.
Es una unión que lleva siete años y que los jóvenes esposos están resueltos a prolongar hasta la llegada al Paraiso anunciada en el Corán.
«En India me enfermé porque el agua es un asunto difícil, el principal río está contaminado ya que ahí ponen a todos los muertos, no sólo seres humanos que incineran, sino también animales. La única fuente potable es la de pozos que se perforan en las casas. El acueducto público, funciona por horas. Tal vez por eso adquirí una bacteria. Los médicos diagnostican que a causa de eso me voy a deteriorar durante los próximos veinte años». Describe: «Me decían que no podía quedar embarazada. Lo cierto es que estoy esperando a mi segundo hijo, y todo va bien».
Osama Kahn ejercerá la ingeniería mecánica tan pronto el Ministerio de Educación Nacional de Colombia, otorgue la homologación a los títulos adquiridos en India y le entregue tarjeta profesional. Mientras tanto para que no falte el alimento a los suyos, este asiático diseña vallas publicitarias, dicta clases de programación, álgebra y matemáticas y trabaja en un call center.
Terapias Jayama como manera de vivir.
El casamiento Kahn destina parte de su tiempo laboral a hacer terapias jiyama, una especialidad de medicina tradicional hindú, en la que emplean campanas de vidrio con las que extraen toxinas del cuerpo. Para el ejercicio profesional de esta modalidad curativa en India se necesita licencia. Es un método que ha sobrevivido por siglos. Esta sociedad conyugal lo utiliza para superar insomnio, en tratamientos diabéticos, para restar presión de sangre, y también en casos de dolor de cabeza. La terapia jiyama se emplea en enfermedades de colon. En Colombia el tratamiento es desconocido y se puede decir que estos cónyuges son pioneros en su uso.
Van por la calle juntos a todas partes sumisos a Dios y a su palabra. La gente los ve exóticos y felices...
Texto: Noticias Colombia - Nelson Sánchez A. Fotografias: Archivo Particular Familia Kahn
|