Cómo explicar este nuevo mundo, cómo contarlo, cómo describirlo, con cuáles frases. Cómo narrar aquellas costumbres nunca conocidas, qué nombre poner a objetos y animales que no estaban en sus imaginaciones; ese fue el tamaño de los problemas que afrontaron los primeros españoles que llegaron a unos territorios que no estaban en sus pensamientos, y para los que no tenían vocabulario... pobladores, conquistadores y evangelizadores peninsulares, desembocaron en incertidumbres de cómo entender las lenguas de los nativos. Los mismos inconvenientes se vivieron en las comunidades originarias de este continente. En la búsqueda de las relaciones idiomáticas, la académica Eva Bravo García, incursiona en fondos documentales. Ausculta desde crónicas escritas por Cristóbal Colón hasta hacer pesquisas en los documentos propios de la época colonial. El tema: el establecimiento de la comunicación entre españoles y comunidades ancestrales.
Cómo superar la incomunicación...
Fray Ramón Pané, compañero de viaje de Colón afirmó: «Como los indios no tienen escrituras, ni letras, no pueden dar buena información de lo que saben acerca de sus antepasados, y por esto no concuerdan en lo que dicen, y menos se puede escribir ordenadamente lo que refieren». El religioso catalán se dedicó a aprender el taíno, más que a enseñar su propia lengua. El misionero - según lo denota su trabajo - empleó laboriosas conversaciones destinadas a comprender ritos, aunque, en ciertas líneas con descalificaciones, dirigidas a las creencias de los habitantes naturales de La Española; «ya que esos hállanse lejos de nuestra santa fe». En el Archivo General de Indias se conservan millares de folios que cuentan de tales sucesos. También en archivos generales de las naciones americanas se preserva información que procede de los siglos XV y XVI. Los evangelizadores ibéricos una vez acomodaron sus oídos a sílabas de los naturales, realizaron sermonarios y devocionarios con propósitos religiosos. Eva Bravo admite que le gustaría vivir en la primera mitad del siglo XVI y ser testiga de aquellas entrevistas.
La lucha de las palabras... Los vocablos nativos transpusieron océanos, se hicieron anfibios. Al paso de los siglos los fonemas taínos arribaron a los mercados mundiales sin que se supiera de su origen. La docente Eva Bravo, se refiere a esa ruta: «A veces vemos lucha entre palabras, por ejemplo, en el Caribe se aprende la palabra ají y cuando se llega a México la palabra correspondiente en Nahualt, es: chile. A veces ganan unas palabras y a veces ganan otras. Se extiende la palabra por América, se extiende el nombre y el producto. Papa, maíz, ají y tomate enseguida se difundieron entre las lenguas europeas con esos nombres indígenas que trajeron los españoles».
El confundido almirante Cristóbal Colón...
El estudio del idioma como entralazamiento cultural, vierte sucesos llenos de gracia y de confusión, como los vivió Cristóbal Colón. Así lo describe la directora de IEAL: «Las situaciones sociales y los errores que se dan a veces. Pensando en el diario de Colón cuando él señala hacia la tierra preguntando por el nombre de la isla y el indio ve le choza y le dice «bohío», Colón tan contento dice: «la Isla de Bohío». ¡ No hombre no !. La isla no se llama así, lo que así se llama es el nombre de la casa indígena».
Puede que si...puede que no La distancia idiomática da lugar a situaciones curiosas, dice la filóloga. En esa labor de búsqueda se halló en papeles frente a Isabel Coya, una viuda de alta posición social a quien al parecer le buscaron un hombre que no le agradaba porque no era de rango igual. Durante el ritual del matrimonio católico a la pregunta del sacerdote de si aceptaba a su marido, el parroco dió por sentado que Isabel contestaba en manera afirmativa, pero en realidad lo que había dicho era: ichach munani, chach mana munani
«puede que sí, puede que no», con lo cual el matrimonio era nulo, según todos los criterios de la época, y, eso dio lugar a un montón de problemas y disputas posteriores, sobre herencias y otras cosas».
Un mundo en maiz, en hamaca y tiburón... El drenaje humano sucedido después del desembarco del 12 de octubre de 1492 conllevó a la inserción de palabras nativas a la lengua castellana. La catedrática de Universidad de Sevilla sostiene: «Hay que pensar en que los conquistadores son marineros, y hombres absolutamente sencillos. Estos señores tienen un problema, por ejemplo: el maiz. Se encuentran con un producto que es fundamental y que es muy distinto, no pueden llamarlo de ninguna manera parecida y ven que los indios hacen algo que no es pan pero es como el pan. Lo que solemos hacer cuando no sabemos acerca de un objeto es intentar describirlo, y decir: 'esto es como… pero'. En ese primer contacto con el maíz se utilizó la palabra 'panizo', es decir, 'es como pan' con ese sufijo derivado como equivalente, 'que es como pan pero no es pan' y en ese primer contacto - concretamente con el taíno - aprenden la palabra 'maíz'».
«Huracán» voz universal... voz taína «En la primera mitad del siglo XVI el contacto es fundamentalmente Sevilla y el Caribe. La transferencia lingüística, va a ser entre esos dos puntos, de manera que desde las islas de Cuba, de Santo Domingo se va hacia México o Cartagena de Indias o hacia Porto bello. A partir de ahí la palabra 'maíz', así se vaya para Perú se seguirá utilizando y se incorpora a maneras de hablar. Palabras de una lengua perdida como es el taíno son los primeros indigenismos que adopta el español que son considerados ya como palabras españolas, es decir, asimiladas al patrimonio léxico del castellano», afirma la directora de (IEAL) :«El detalle mas vívido son los esfuerzos que hacen los primeros individuos que van a América para explicar América, para interpretar los objetos».
En el caso de «huracán», unidad lingüística universalmente aceptada, reconocida y documentada por Real Academia de la Lengua, como voz taína; es traducida al inglés como «hurricane», expresada en francés como «ouragan». El fonema, como tal, es difundido en laboratorios oceanográficos y meteorológicos, tal cual los habitantes taínos en las Bahamas llamaron a las tormentas violentas, que quería decir,«el espíritu maligno», pero originalmente se decia: "junrakan, «el dios de los vientos»-según Jurgen Hoppe,ecolologista dominicano.«Huracán» también ha servido de nombre a equipos de fútbol. |
Entrevista: Noticias Colombia - Nelson Sánchez A - Fotografías: Universidad de Sevilla
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