Un mundo de muchos huevos
 
 


En aquel tiempo en un radio de pilas AAA, sintonizaba a radio Sutantenza. Si era noche prendían una vela. María de los Ángeles Alfonso López, escuchaba la emisora para hacer su primer año de bachillerato, pegada de los fascículos que despachaban en la estación.

Tras estudiar por radio validó el bachillerato en cursos flexibles. Vivía en la vereda Ovejeras del municipio Sutatenza. En su casa no habia más que un hombre; su papá. El resto de la familia, eran siete mujeres: su madre y seis hermanas. Ella ocupó el sitio de hija mayor. En su mundo había una finca y cuatro gallinas.

En su vida hay dos pilares: Dios y los huevos. Se levanta buscando versículos bíblicos que justifican su vida y luego extiende la mano para prender la emisora cristiana que sigue oyendo en el trabajo.

Su vida se mueve entre yemas, claras y profesías. De hecho, hay una referencia biblica, en que Job desesperado, y llagado, preguntó si habia alguien capaz de comerse un huevo, sin sal.

Ella hacía canastos, sembraba cilantro. Siendo más joven cultivó lenteja y trigo, pero viendo que no tenía ganancias, pese a su dedicación, se desplazó a Bogotá con una tía a la plaza de Paloquemao a vender huevos; tenía entonces veinte años. Ha sido su único trabajo, desde 1977, en el mismo sitio.

Su sapiencia huevera le dice que el clasificado como "C", es el más pequeño, "el que llevan para restaurantes". Explica que ese es el de la primera postura y cree que es el más nutritivo de todos.

 

 

 


Desde que llegó a la capital, se hizo competente en el conocimiento del huevo. Logró un dominio en el conocimiento del negocio hasta que pudo controlar dos locales. Su constancia fue tal, y su manejo con tanto escrúpulo, hasta que le ofrecieron el negocio en venta. Lleva tres años como propietaria. Luego de vivir como empleada, en un inquebrantable pacto de honradez.

Es una mujer de radio, pocas veces ve televisión. El televisor que tenía se le dañó y no ha tenido el tiempo, tampoco la voluntad, de mandarlo a arreglar.

Comenta que entre el huevo campesino, y el de granja no encuentra mayor diferencia. Expresa que la gente prefiere el de la industria avicola, por el precio.

Se ha defendido de las oleadas de propaganda contra el huevo. Contra las que dicen que contiene colesterol y que es perjudicial para la salud. La ciencia le ha dado la razón, en el huevo hay noventa elementos fundamentales en la nutrición, y no es peligroso como se dijo en la década de 1990.

Los clientes le cuentan que tuvieron dias muy buenos porque en la compra que le hicieron llegaron huevos con dos yemas...

Texto y fotos: Nelson Sánchez A.