Caparrós contado por Caparrós...

Apuntes sobre el che pibe y el periodismo.


"Cuando yo era chico quería ser fotógrafo", contó. Empezó por el escalón de cadete, era el mensajero, el de los mandados internos. En la sala de redacción le pedían: "Che pibe, llévame esto; che pibe, tráeme aquello". Había llegado al periódico, con el interés de ser reportero gráfico. El origen de su afición por las cámaras empezó en casa. Su padre tenía un cuarto oscuro, con un pequeño bombillo de luz roja.

Ese laboratorio de fotografía alentó la curiosidad del niño Martín quien seguía el curso de la luz que salía de la ampliadora, que se despachaba en modo tenue, por un filtro, hasta la película en negativo, y que proyectaba la imagen en el papel. Veía a su padre, entregado a un misterio de la oscuridad, que tomaba la hoja fotográfica y la sumergía en la cubeta con revelador. Ante sus ojos infantiles, desde los seis años se pergueñaban poco a poco, en el papel blanco, esos rostros de familiares y de objetos retratados, que adquirían sentido de realidad. El niño permanecía en la perplejidad al saber que una rendija por donde entrara luz dañaría los materiales. "Era muy mágico". El cuarto oscuro funcionaba en un baño de la casa. Allí pasaba horas junto con la figura paterna del doctor Caparrós. Padre e hijo, vivían los momentos más íntimos.

Dice que al final no es fotógrafo y que no es periodista, “Vengo simulándolo hace cuarenta años”.


En la sala de redacción


Tendría quince años. En su afán de entrar en el mundo de los adultos y ya en un periódico por gestión de un familiar llegó en un diciembre a prepararse. Quería entrenarse para ser fotógrafo. Sucedió que por causa de las vacaciones decembrinas y por la ausencia de personal, no pudo empezar su práctica en lo que era su deseo, con cámaras y rollos, sino que le tocó debutar en el reparto de cafés.

Admite su torpeza cuando derramaba las bebidas sobre las ropas de los oficinistas. En su labor inicial también estaba al frente de los teletipos. Estaba atento en la terminal de información. Leía los reportes noticiosos que llegaban de las diferentes agencias: Reuters, EFE, UPI entre otras. "Me decía amocionado a mí mismo: ¡soy el primero en enterarse de lo que pasa en el mundo!" -contó-. "Tenía que cortar los cables informativos y llevarlos a las distintas secciones".

El muchacho bonaerense, se dejó influir por la información. Con el correr de sus escritos empezó a hacer textos con visión abarcadora.


Su primera nota publicada fue sobre la aparición del píe izquierdo de un andinista japonés que se había perdido diez años antes en el Aconcagua. Estaba él, con su bandeja en la que llevaba los cafés, la sala de redacción despoblada y el coordinador pidió la colaboración del adolescente, para escribir un artículo. El jefe de la sección Vida Cotidiana, un veterano uruguayo de unos cuarenta años, le diría: "Chico... ¿será que me puedes ayudar con esto?, a redactar una nota - recuerda - y yo, que había sido bueno en castellano... dije: si, ¿por qué no?".

Domingo Perón, Francisco Franco, Augusto Pinochet,

Isabel Perón, ETA, Sandro de América, Leonardo Favio...



Desde entonces su ejercicio intelectual ha estado expuesto en crónicas, novelas, escritos de fútbol, relatos de viajes.
Los tiempos en que Martín Caparrós inició en el periodismo el 16 de febrero de 1974. Argentina era gobernada por Isabel Martínez de Perón, la primera mujer presidenta en América, y la primera, y hasta la fecha la única, en el continente, en ser derrocada por golpe militar.

Cuando empezó en el mundo laboral, en España, la ETA voló con una bomba a Carrero Blanco. Es literal porque el carro en que iba el presidente de Gobierno del generalísimo Francisco Franco, hizo una parábola y terminó en una azotea destruido, colgado con las puertas mirando hacia un patio interno. Dentro del automotor semidestruido encontraron al hombre más cercano al caudillo, al conductor y su escolta. Era el mayor desafío al régimen que llevaba 37 años en el poder de España. Tal fue el mundo que empezó a vivir el adolescente Caparrós.


Recién se estrenaba Martín Caparrós en el ajetreo de las sábanas de papel cuando, también, se estaba inaugurando la dictadura chilena. En esos dias se especulaba sobre las circunstancias en que murió el presidente Salvador Allende. En Barranquilla, Colombia, el sábado 1° de septiembre de 1973, una monja acusaba a un sacedote de violar a una estudiante. La dictadura chilena anunciaba que borraría todo vestigio de marxismo. Shakarov, padre de la bomba de hidrógeno en la Unión Soviética, se declaró admirador de Augusto Pinochet. Pinochet diría que lo suyo no era una "dictadura", sino una "dictablanda". En aquellos dias, en Estados Unidos Guy Davenport, escribía una parodia de la visita del presidente de los Estados Unidos a China, tal crónica la tituló: Richard Nixon Francotirador.


El Hambre

Cuando se involucró en el periodismo su padre le recalcó: «Si vas a ser periodista, que no seas periodista».

- Cómo así?
- Que saben de todo un poco y al final no saben nada...
- Dije... pero si a mí me gusta eso...

La ancha producción de Martín Caparrós, es, en varios sentidos, discrepancia.

El Hambre, el trabajo puesto en seiscientas páginas lleva a través de historias y de análisis, para argumentar que la falta de alimentos, mata más personas que Sida y Tuberculosis juntos. La ausencia de comida, con sus causas, la transmite directo y punzante, en la narración de sus travesías por India, Grecia, Sudán, Pakistán. Las cifras consignadas, tienen una finalidad: evitar el melodrama. Los números apoyan su pensamiento. Así es como su habilidad expresiva se enfoca en la controversia, y advierte, sobre los descuadres estadísticos de la FAO. Según el autor, el escritor debe evitar la "pornografía de la miseria", "que es -comenta- el placer soterrrado, de contar historias espantosas, que no sólo le producen placer a quien las cuenta, sino también al que las lee. - Como diciendo aquello - vean, yo si estoy salvando a los que nadie más hace caso, sino que también produce un efecto semejante en el lector. Porque durante quince minutos lo hace sentir que es una muy buena persona porque se dice que a él sí le importan los que a otros no, y queda reconfortado".


Averiguar, pensar y contar bien las cosas

«Lo propio del periodista es hacer las buenas preguntas. Sigo pensando que esa, es la primera gran habilidad del periodista: hacer, o hacerse, las preguntas apropiadas. Ver qué es lo que vale la pena averiguar. Concerniente a cómo formular buenas preguntas». Cuenta uno de sus maneras particulares o trucos a la hora de narrar: «Consiste en contar lo que le contaría a la novia, es como cuando tú haces una llamada por teléfono. Uno cuenta lo importante, lo que en el fondo quiere que ella sepa».


¿Qué tan cierta es la crisis del periodismo?

"Hay una crisis muy evidente de la forma de organización, producción y distribución del periodismo que imperó practicamente durante todo el siglo XX. Grandes unidades mediáticas, en principio diarios y, o, revistas, que se planteaban cómo garantizaban la credibilidad de aquello que ofrecían como información. El público les creia. Había una relacion de confianza, que permanecía durante muchos años y que incluso se heredaba. Los hijos leían los periódicos de los padres. Había un sistema de confianza muy acendrado y, por otro lado, un sistema de publicidad que hacía que esos medios, se mantuvieran en el centro de la escena. Un sistema de financiación basado en la publicidad. Muchas de esas cosas empezaron a desaparecer, con los cambios tecnológicos ocurridos en los últimos veinte años".

El autor de Valfierno, recalca que la publicidad se la lleva ahora, la mayor parte, las empresas de internet. "Los grandes periódicos pierden su lugar central, ya uno no les cree. Me parece sano. Siempre estuve en contra de esta lectura ácritica de los medios. Yo venía diciendo, en Argentina, que el Estado debía promulgar la ley del 28 de diciembre. Ustedes recuerdan que, en esa fecha, los periódicos tenían la costumbre de publicar una noticia falsa. Entonces, con esta Ley del 28 de diciembre, podríamos leer con un espíritu crítico redoblado a ver cuál noticia no es cierta, para obligar al lector a esta aproximación crítica". Afirma que esto está superándose porque la Sociedad, ya tiene más medios de comparación. "En cuestión de minutos, ya puede confirmar si le están mintiendo".


La amenaza, de algún modo, por suerte permanece. Y todavía la llamamos Tercer Mundo: un concepto claramente permitido. Decir Tercer Mundo tenía sentido cuando había otros dos: el supuesto Primer Mundo —el bloque capitalista tal como quedó constituido después de la Segunda Guerra Mundial— y el supuesto Segundo Mundo —el bloque soviético que se fue armando a partir de esa guerra, la revolución china, las independencias africanas y asiáticas. El Tercer Mundo era, entonces, ese conglomerado disímil, confuso, de países que no estaban ni en el Primero ni en el Segundo: que no eran ni ricos ni soviéticos. El Segundo Mundo, sabemos, ya no existe; no puede haber Tercero. Pero el planeta sigue estando claramente dividido: hay un bloque rico, norteño —cada vez menos—, occidental, donde la calidad de vida es infinitamente superior, que sigue marcando —todavía— la política y la economía. Y después viene el Otro Mundo: los pobres, los más pobres.

(Fragmento de El Hambre)



Noticias falsas por decreto todos los dias...



El tema propuesto era: "¿Hacia dónde va el periodismo?". -Esa es la pregunta y mi respuesta es: ¿hacia dónde voy yo?, hacia la catátrofe...". Un paréntesis que terminó en risa general.

"Nos quieren hacer creer, que los periodistas están en crisis; en la actualidad se está haciendo buen periodismo. Los medios clásicos que tienen un peso importante consiguieron convencernos que el periodismo está en crisis, no es la crisis del periodismo es la crisis de un modelo de transmisión del periodismo".


Martín Caparrós deduce: "Ahora, se puede chequear qué dicen seis personas distintas, que abrevan en distintas fuentes, en poco tiempo. Lo importante es hacer buen periodismo, es averiguar, pensar y contar bien. 
Ahora hay muchos más elementos, con el fenómeno digital, antes había muy poco chance era una manera hegemónica de recibir la información. Tienes otras veinte posibilidades que te cuentan. Estamos mucho mejor equipados que nunca para pelear contra la falsificación informativa".


Caparro-futbol

La primera clase de la maestría de periodismo, en Universidad El Rosario, conducida por su director Juan Carlos Iragorri, permitió ver el auditorio colmado. El rector José Manuel Restrepo dijo al empezar, "es impresionante lo que usted logra atraer".

En esa hora se jugaba los cuartos de final de la Champions League. El escritor argentino estuvo atento: "Perdió el Barcelona", fue lo que dijo y llevó su cabeza brillante hacia adelante. 3-0 a favor de La Roma. Redactor de futbol, hincha del Boca Juniors, escribió en la Revista Goles. "El futbol es algo inútil. ¿Qué otra cosa puede ser veintidos hombres corriendo detrás de una pelota?".

Usa sus dedos como bigotera. Hace su ejercicio sobre el futbol: "Me importa mucho y sé que no importa nada, el futbol es lo mejor de lo superfluo. A mí me sorprende del futbol es que si no se hubiera inventado, nadie lo extrañaría y, sin embargo, es central en nuestra vida... Le perdemos una cantidad de tiempo extraordinaria. Si el futbol no existiera no pasaría nada, viviríamos igual; pero más. Me gusta escribir de futbol porque me divierte mucho. El futbol es de los grandes hechos culturales del siglo XXI".

Martín Caparrós, aborda sus temarios, los disecciona, construye silogismos, estructura y desestructura. Caparrós es una forma de co
ntestación, para la muestra, en su libro desmitifica a Sor Teresa de Calcuta, «(...)por esa forma beata de ayudar a morir la gente, en vez de ayudarla a vivir mejor». Caparrós deleito con la crudeza de sus posturas.
Hizo los contrastes de los tiempos del teletipo al internet, de los tiempos de la ampliadora y de los cuartos oscuros a las cámaras recientes de memoria digital.
 


Su encuentro con el futbol en un sanitario y el cierre de un ciclo

"Mi abuela Rosario me llevó a una finca. Me senté en el baño, vi un pedazo de papel periódico que decía que gracias a Antonio Roma, el arquero -no sabía qué cosa era arquero- y que él tapó un penal -no sabía qué cosa era penal- al jugador brasilero Medel, y que, por esa acción del portero, Boca se había consagrado campeón, en el campeonato de 1962. Así es que, por triunfalismo puro y duro, y sentado en la taza del baño me hice hincha del Boca Juniors".

El ciclo se cerró cuarenta y tres años después, a propósito de "Boquita", un volumen conmemorativo que Caparrós escribió. "En 2005 poco antes de empezar la presentación del libro, Silvio Marzolini, un defensa rubio alto elegante, el mejor marcador de punta en 1966, se acercó y me dijo: -Vengo con un amigo, ¿será que lo puedo entar?. Le dije: "Si claro...está bien", - El problema es que él quiere sentarse en la mesa de presentación - Me dijo Marzolinni -. -Este... bueno... dije si. Durante la charla supo que aquel invitado era Antonio Roma, el portero del Boca, por quien Martín Caparrós se hizo hincha del equipo de la banda amarilla mientras estaba sentado en el inodoro...


 
Redacción y fotografía: Noticias Colombia- Nelson Sánchez A

 



Martín Caparrós y Juan Carlos Iragorri, director de Maestría de Periodismo de Universidad El Rosario.



(...) sino que establece tajante que si alguien es pobre, si alguien sufre, si alguien pasa hambre es porque está pagando por sus propios errores, está viviendo las consecuencias de lo que hizo en vidas anteriores: que es su culpa y que, en síntesis, se joda. Se llama karma y es el mejor invento de esa cultura milenariamente turra, la única quizá que le permitió a un pequeño grupo de jefes controlar durante siglos —y seguir controlando— tantos millones de desarrapados siempre moribundos.
Esto es India, y es pura potencia y les gusta llamarse la mayor democracia del mundo —y lo son. No les gusta decir que son el país con más desnutridos del mundo —y lo son. Que la mayor democracia tenga la mayor masa de hambrientos debería ser una causalidad incómoda.

(Fragmento de El Hambre)