Colombia hasta el fín


"En Francia tenemos una vida intermedia; no tan ricos, no tan pobres, que es muy distinto a acá, en donde personas con mucho y otras con nada ", comenta.De él mismo dice que: "vino sin nada de español hizo un curso en mes y medio en la embajada de Francia".

"En diez años ha habido mucho cambio, hay más seguridad. Claro, faltan muchas cositas por arreglar bien el país", expresa Chez Pascal. Si le tocara empacar algo de Colombia se llevaría las flores, "también la carne es muy buena y las verduritas y las frutas, aquí hay mucha más variedad que en Francia y son muy económicas, más baratas que allá ".

Piensa permanecer en Colombia hasta el fin.

-¿Ya compró casa?- Mira hacia la cocina. Una sonrisa tímida.

- No, no he comprado casa, lo voy a hacer cuando me gane el Baloto.-

Texto y foto: Nelson Sánchez A
 

"En principio comí mucha lechona y tamal", recuerda Chez Pascal Jean, cuando habla sobre los primeros dias de su residencia en Colombia. Es el francés que está en píe a las cinco de la mañana con destino a Plaza de Mercado Paloquemao, en Bogotá.

Desde que se instaló en la capital colombiana ha permanecido en el local ubicado en Carrera 8 con calle 15, en el centro de la ciudad. En ese sitio fundó Restaurant Francais. A las siete de la mañana comienza en un ambiente a media luz. Alista el solomito, los sazones, los medallones de filet mignon, el lomo de queso azul; sin afanes se instroduce en las preparaciones, abrillanta la cubiertería y da lustre a los recipientes en los que servirá el salmón y el róbalo. Sus platos los acompaña con una copa de vino. Los precios van desde $11000 hasta $ 16000, es decir, entre cinco y ocho dólares. El restaurante genera trabajo directo a cuatro colombianos.


El calor humano de los colombianos


Chez Pascal, vive desde hace diez años en Colombia, en donde se impresionó por la dimensión geográfica de un territorio que es tres veces más extenso que el de su país natal. En Francia se desempeñó como administrador de empresas. Su primer contacto con la nación andina lo hizo con Patricia una colombiana quien sería su novia y luego su esposa y madre de sus dos hijos franco-colombianos; el de ocho años y "el chiquito" de seis; fue por ella y con ella que conoció sabores y colores de esta patria. "Vine de vacación y me quedé. Me parece muy chévere; los colombianos tienen más calor humano que nosotros los franceses y eso me encanta".

En Santa Martha, la primera ciudad que conoció, se aferró a la inmensidad desconocida de la que no comprendía su idioma. En Bogotá se aproximó a extremos contrastes, cuando aún existía El Cartucho, sector que él visitó, un sitio siniestro de droga, de indigencia extrema y de muerte: "En todos los lugares del mundo hay sitios difíciles, como en Francia. En todas partes hay sectores con dificultades; y no por eso, se debe salir corriendo de un país. París en el centro es más bonito; pero también tiene lugares con complicaciones."