Teymour Chegini, es iraní. Construyó un local de ensueño que evoca a un palacio persa. Es descendiente de una tribu nómada. Su negocio es importar y vender tapetes anudados a mano en telares de madera, como herencia artesanal y artística de seis mil años de sabidurías.
Usando la lana vírgen de oveja, familias enteras forman nudos. Los gusanos de seda, proveen materia prima. Por ratos los niños ayudan a tejer sus tapetes. Cada obra puede llevar dos años de laboreo hasta su terminación. Como no hay ovejas azules, los maestros utilizan tinturas elaboradas con minerales, hojas, frutos o insectos.

El sitio en donde se alojan las obras de arte, fue diseñado por el ciudadano iraní Farshad Chegini. Él elaboró los bocetos y contrató en Isfaha, Irán, las baldosas en cerámica que se hornearon en un proceso que llevó seis meses. Los mosaicos se trasladaron en un contenedor hasta un puerto marítimo de Irán y, desde ahí, el barco carguero arribó con los azulejos al puerto colombiano de Buenaventura. Luego, por carretera, hasta Bogotá. Al barrio El Chicó llegaron las cajas numeradas; fueron 25 toneladas de lozas, que entre mi hermana y yo, armamos con base en los dibujos de mi hermano Farshad, y que fuimos montando como un enorme rompecabezas".

Los expertos ceramistas que hicieron el voluminoso oficio que se aprecia en el almacén de la calle 94, fueron los mismos que se emplearon en similiares tareas en mezquita Estambul, la más grande del mundo.

Farchad Chegini dejó todo contratado, cuando pereció en un accidente de aviación en Armenia (Colombia). Aquel desastre ocupó las primeras páginas de la prensa de Irán. El cuerpo de Farshad Chegini regresó a Teherán, saludado y despedido en la sobriedad de los entierros musulmanes. En el momento trágico estaba a punto de iniciar la cimentación en el predio. Había excavado dos metros de terreno.

Teymour, no había superado su aflicción. Se puso al frente de maestros de obra y de albañiles para terminar la construcción iniciada por hermano. Obrando en nombre, y por poder conferido por sus padres y hermanos, concluyó el proyecto que su principal inspirador no pudo ver pero en el que, de todas formas, Farchad Chegini se perpetuó, porque su familia hizo un tributo a su legado.



El pórtico de Farshad Rugs, de nueve metros de alto, sintetiza la arquitectura patrimonial de Irán. Seis columnas entre ocho y doce metros de altura enmarcan la entrada.

El comercio de tapetes rememora la entrada a un bazar, a un santuario, o una ciudad antigua. En el lugar, las alfombras proyectan historia y estampas de fascinación del lejano oriente en Bogotá. Allí se manifiestadon Teymour en sus 64 años como portavoz de riqueza de un pueblo, que es el tema exclusivo del que habla porque lo suyo es la promoción del arte tradicional de su nación.



El comerciante se mueve entre los apilados de su mercancia legendaria. "Los tapetes son negocio difícil. Hay piezas que pueden tardar años sin poder venderse".

Los artesanos dejan adrede un error para recordar que sólo Aláh, es perfecto". Toma un encendedor, quema una mecha de lana. La acerca a la nariz del visitante para demostrar que sus elaboraciones son hechas en legítima lana de oveja. - ¿A qué siente el olor?, - pregunta- ¿si nota? - Es olor a carne quemada...

En 1975, Teymor Chegini por un tratado de capacitación entre Irán y Estados Unidos, se encontraba en Univesidad de Texas A & M, estudiando Ingeniería Mecánica, en el programa NROTC, Entrenamiento de Oficial Naval de los Estados Unidos. Al finalizar los años 70's se desmoronó la amistad entre los dos paises. En 1979, tras la toma de la embajada norteamericana, por estudiantes iraníes que convirtió en rehenes a los miembros del cuepo diplomático estadounidense, el oficial iraní quien además se había graduado como ingeniero mecánico en la Universidad de Texas debió abandonar el pais con otras cuatrocientas personas. Tras cuatro décadas de su salida manifiesta "Confieso que hablo mejor el inglés que el español", lo dice con su cortesía inquebrantable.
Farshad Tapetes en Bogotá es una empresa importadora que comercializa en Colombia el trabajo de artesanos iraníes. En ese establecimiento empresarial se genera ocho empleos formalizados para colombianos. Laboran en Farshad restauradores, vendedores, y auxiliares administrativos.

El vendedor de alfombras, pone de presente los valores iraníes: "En mi país, no pagar un favor es una deuda moral; el que no la cancela merece ir al infierno. Si tú me haces un favor, tengo que devolverlo. Ser solidario es parte de nuestra forma de ser. La solidaridad es una cultura, ayudar es una cultura. Te brindo un plato de alimento así no te conozca. Si alguien te está robando en Irán, todos los que están mirando salen a defenderte. La acción de robar es un delito que la sociedad no permite. Aqui en Colombia no es así. Todos miran, y nadie dice nada".
Teymour Chegini habla de los artesanos de su país y de su laboriosa voluntad de ser apreciados como amigos de la humanidad. También deja en claro la aspiración de ser apreciados por las alforjas, los sofás de los cojines que ellos hacen.

 

Baldosa pieza por pieza desde Irán.

 

Textos y fotos: Noticias Colombia - Nelson Sánchez A.